viernes, 1 de diciembre de 2017

La Práctica Espiritual del Respeto

En ocasiones pudiese dar la sensación de que es una  de las palabras que más sale de la boca y pocas veces de la práctica, es una palabra que puede dar poder a la forma autentica de fluir en la experiencia de vida,  o quitarlo;  es uno de los valores  y virtudes que regala como efecto de su práctica una de las llaves que abre la puerta del desapego.
El término respeto deriva de la palabra en latín respicere,  que se refiere a “la voluntad de mirar de nuevo”,   el respeto es la oportunidad de dar un segundo vistazo antes de quedarse atorado en un punto de vista en particular con respecto a algo o a alguien.
El respeto es uno de los hilos que nos permite tejer una experiencia de vida sin caer en la condición de víctima, es una vacuna de inmunidad a eliminar la envidia, los celos, el odio, la malicia, eliminar todos aquellos aspectos que literalmente  despojan al Yo de su hermoso poder y dejar de alimentar nuestros demonios mentales.
Respetar es crear desde la unicidad, cuando abrazas cada una de tus acciones simplemente aceptando que tú eres el creador,  empiezas a definirte desde el respeto a ti mismo.
Todo lo que has hecho,  desde el respeto o desde la falta de este,  ocurrió en un momento de autodefinición, de modo que todo lo que has hecho estará allí porque es la esencia de lo que somos,  puedes ver como las acciones más simples que hiciste desde el momento en que tienes memoria cognitiva, lo que te hicieron, lo que hiciste a otros a lo largo de toda tu vida son momentos de poder. Así se expresa el Yo verdadero, el poder del aquí y del ahora, está en que estos momentos de auto-definición partan de la posibilidad de mirar de nuevo antes del nuevo actuar.
La importancia del respeto está en que al actuar desde el respeto evitamos  que se impida el flujo de la sabiduría; cuando no respetamos, nuestros cuerpos, a nuestros ancianos, a nuestros seres cercanos, los derechos de los demás, estaremos lastimando el respeto propio y este nos mostrara nuestra sabiduría disminuida, nuestros cuerpos enfermos, desatara la violencia y o la ausencia  en nuestras relaciones y ambientes,  cuando tratamos lo que nos rodea como algo desechable después de habernos sido útiles, sin el respeto y la posibilidad de honrar lo que su esencia es para quienes somos hoy,  lo que prevalece como la experiencia de vida es caos y para poder trabajar y cambiar ese efecto, tendremos que empezar desde el respeto hacia nosotros mismos aceptando que actuamos, pensamos o hicimos algo, en ese momento, ya no hay vuelta atrás  no hay posibilidad de culpar a otros en la vida, rompemos las cadenas de la ilusión de tener una necesidad ser necesitado y el Yo empieza a definirse, dando paso a una nueva expansión creadora y congruente del Cosmos.
Bendiciones )0(

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